viernes, septiembre 29, 2006

Arenga a mi juventud

Hay algo que me molesta mucho. Ayer murieron tres jóvenes en Costanera Norte, en una colisión con contra una pared y posteriormente contra un pilar de iluminación. Dos de los estudiantes (todos veinteañeros, en estado de ebriedad y al parecer "corriendo" su auto, un Peugeot 206 GTI), eran estudiantes de Ingeniería Comercial, en mi universidad (UDD). Mi más sentido pésame, tanto a la distancia como en el ambiente, a sus familias.

El punto al que quiero ir es el siguiente. Cuando ví la noticia con un amigo, compañero de curso, nos preguntamos lo siguiente: ¿Por qué nuestra Universidad está tan caracterizada por este tipo de individuos? Chicos que son de familias adineradas, que tienen todos los recursos para poseer un auto a temprana edad, facilidades para todo, y que terminan creyéndose el sky por tener todo lo que en realidad no importa tanto en esta vida. ¿Cuál es el fin, de ir ronceando sobre la carretera, a 150 Km/h, sabiendo que está en riesgo tanto tu vida, como la de tus acompañantes, y no solo eso, sino que juegas también un futuro, una familia, tú propia familia, la de tus amigos, tus compañeros, tu universidad? No creo que el riesgo valga la pena, en lo personal. Y eso que yo sigo siendo una persona quizás algo desmedida para los riesgos, creo que eso no es gracioso, para contarle a tus hijos. Yo llegué a la conclusión de que ése es el target tanto publicitario como estudiantil de mi universidad: Chicos adinerados, que puedan pagar una carrera en una universidad que ha tenido una carrera de prestigio ascendente y explosiva en el último tiempo, y que entren en el estereotipo de estudiante exclusivo, de élite, ABC1, y todos esos prejuicios que, a momentos, se ven cumplidos en el ambiente en el que me encuentro. Y mi amigo, no refutó esto. Pero con el alma espero que alguien me diga que me equivoco, que estoy "meando fuera del tiesto", que mi reacción es equivocada, que no tengo la razón. Porque sería una real, real lástima que fuera como lo estoy comentando. Si fuera así, ¿Qué hago yo ahí, en una universidad que, la verdad, no está pensada para gente como yo? Y me rehúso a creer eso, porque lo he vivido, lo he sentido en el fondo de mí, que ése es un lugar para mí.

Chicos, cuando vayan rápido, detengan sus procesos mentales por una centésima de segundo, para pensar en lo siguiente: ¿La recompensa, vale la pena? Y si lo vale, adelante, que ustedes actúan bajo su propio riesgo. Pero el riesgo es mucho más amplio de lo que se podrían imaginar; el riesgo es todo, el todo o la nada. Y uno puede escapar del todo por una, dos, diez veces. Pero dicen por ahí que "el que busca, encuentra", y no creo que anden buscando por ahí la muerte. La muerte de sus sueños, la muerte de sus aspiraciones, de su futuro, de su cuerpo (que a muchos les cuesta mantener, no solo en el ámbito estético, sino que también en lo espiritual, por causa de mala salud, entre varias otras cosas más), de su familia, de sus ilusiones, de sus amigos, de sus sueños. ¡De sus sueños, que son lo que hace vivir, lo que impulsa a llegar más alto! Y son pocos los que pueden decir "Yo cumplí mis sueños". ¿Quieren ser ustedes también parte de ese selecto grupo? ¡Piensen dos veces lo que están haciendo! Y, lamentablemente, tomen como ejemplo lo que le ha pasado a tantos jóvenes como los tres que fallecieron ayer, así como tantos otros que por dárselas de "choro", de "bakán", de grande, por jugar al adulto responsable, cayeron bajo el peso de la denominación que estaban buscando. Seamos responsables al actuar, al hablar, al reír y al pensar, siempre con originalidad, pero siempre con el cuidado de no empañar el presente y truncar el futuro. Ése es mi llamado, hoy, para ustedes.

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